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lunes, 28 de diciembre de 2009

Amante fantasma


Una fría noche de invierno escribí esta carta, tal vez con la esperanza de que alguien la leyera, o… tal vez con la esperanza de que tras ella pudiera volver al mundo de los vivos.
Sabía que iba a morir, lo sentía en como los escalofríos recorrían mi piel con cierta brusquedad.
M e hallaba en el salón principal, escondido en un rincón, alumbrado por la luz de una pálida llama intentando calentar mis extremidades y mi corazón, que roto se hallaba por la perdida de mi amada Isabella.
Escuche un golpe, ¿de donde provenía?, otro golpe, aun más fuerte, alce la cabeza preparado para lo peor pero solo era la lluvia la causante del estruendo. Volví a hundirme en el rincón aun más temeroso que antes sentía miedo, un miedo que recorría mi pecho y acuchillaba mi alma.
Esperaba a la muerte con impaciencia y sin aguantar más grite a la noche:
-¡Dios, porque no envías a tus Ángeles funerarios y haces que se lleven mi alma hacia el mundo donde reposa Isabella!
El aliento de mi boca había hecho que la llama oscilara ahora su luz era débil y un aire frío recorría toda la casa, acaso mi Dios había escuchado mis suplicas, la corriente se hizo más fuerte y dirigida hacia mi se estrello contra la llama que desapareció dejándome a oscuras.
Todo mi cuerpo quedo petrificado por el terror, no podía moverme, ahora si, la muerte venía a por mí.
Se oyeron nuevos golpes, que rebotaron por toda la casa, unos golpes que no eran producidos por la lluvia… si no por una mano del otro mundo, se oyeron de nuevo ahora mas contundentes mas cercanos… y entonces la puerta se abrió arrancando todas las cerraduras.
En el rellano flotaba una figura femenina y fantasmal, su rostro estaba completamente comido por los gusanos, su cara era una calavera de la cual pendían unos tirabuzones rubios.
El fantasma dirigió sus cuencas vacías hacia mí, pero aun así parecía que me atravesaba con sus ojos inexistentes.
-¿No me recuerdas? Amado, ¿No querías verme por ultime vez?
-¿Isabella?- pregunte al fantasma
-Si soy yo,…- el alma calló pensativa- Isabella ya no recordaba ese nombre. Así me llamabas, no es verdad amor mío
-Sí, Isabella es tu nombre
-¡No!- grito el fantasma- ese nombre es un nombre hecho para los vivos, ese mismo nombre, que tu inventaste para mí, fue el que condeno a vagar entre los dos mundos… como un alma errante.
Mi cara quedo cubierta por una mascara, que delataba mis recuerdos:
-Sí, lo recuerdas- dijo Isabella- te acuerdas de la vida que me hiciste pasar… Pero tranquilo Henry, ese era tu nombre ¿no?- yo asentí con la cabeza- pagaras por lo que me hiciste sufrir, te llevare de mi mano hasta las profundidades del mismísimo Averno y allí te besare, para que quedes atrapado y no puedas volver.
Isabella, se acercó a mí, su cara había sido reconstruida y sus ojos verdes devueltos a sus cuenca, se agacho hacia mí y beso, con sus carnosos labios, los míos.
Absorbiendo mi vida y condenándola al mismísimo Infierno

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